15 de diciembre de 2016

La moda

La moda.

Te dice qué hacer y qué no hacer, qué es lo correcto e incorrecto.

Dictada por un puñado de tipos que se benefician de ella.

Llena de rituales y fetiches inútiles.

No importa lo pervertido de sus líderes, la gente les permite todo.

Sus excesos, abusos y escándalos sexuales son frecuentes.

Emplea modelos con una imagen artificial, poco real, de lo que una persona común es o debe ser.

Te sientes especial por seguirla, aunque seas del montón.

Cambia frecuentemente para venderte nuevas cosas y volver a llevarse tu dinero.

La gente asiste a sus desfiles sólo por morbo o para dejarse ver y lucirse.

Cuando la sigues, crees que te hacer ver bien pero sólo haces el ridículo.

Mucho de lo que te vende es basura reciclada del pasado.

Exige mucho a las mujeres y poco a los hombres.

Te ha hecho creer que la necesitas en tu vida.

No tiene sentido pero igualmente la sigues.

Cambia tu apariencia pero no tu esencia.

Está mal visto reírse y burlarse de ella.

Definitivamente, la moda es una religión.

Enochanell

24 de noviembre de 2016

Querido Santa

Querido Santa:
Lo siento, pero anoche te descubrí por accidente. No es que estuviera de curioso, lo juro, sólo desperté para ir al baño y alcancé a escuchar tu voz. Es grave y algo rasposa, como la del vecino.

También descubrí que te acompaña tu hija y es quien lleva la cuenta de los juguetes. Ella decía: “Más, papi, más” mientras les pasabas los regalos a tus elfos con un “¡Toma, toma!”. Vaya que iban de prisa.

Estoy contento porque serán muchos juguetes. Les tomó largo rato descargarlos entre pujidos, quejidos, “no cabe”, “está muy apretado”, “ahora por el otro lado”, "déjame a mí", "así, así" y otras instrucciones que se daban. Debieron quedar agotados, cada vez se escuchaban más cansados.

Me hizo feliz saber que los bocadillos que dejé en la mesa les gustaron mucho. Fueron muchos “¡Mmmm, qué rico!” los que escuché.

Por más que quise no alcancé a escuchar tu trineo. Sólo escuché que tu hija pedía que le tocaras la "campanilla". El año próximo incluiré una en mi lista.

Agradezco que me hayas traído la cachorrita que quería. No la escuché ladrar pero te oí cuando le dabas de comer: “Trágate todo, perra”. Yo también le insistiré que se tome su lechita “hasta la última gota” como tú ordenabas. Debe estar “preciosa y enorme” porque es lo que dijo tu hija.

Me puse un poco triste cuando dijiste que era hora de partir porque estaba por llegar tu reno. Me imagino que es el que tiene las astas más grandes de todos, porque dijiste que era “el cornudo” entre risas.

La Navidad me gusta mucho. Mi mamá despierta todas las mañanas muy feliz y con una gran sonrisa. Lo que no me gusta es que a papá le toca el horario nocturno. Te escribo mientras espero que llegue para empezar a abrir los regalos y decirle que se equivocó, que tu risa no es "Jo jo jo" como hace cuando te imita, sino "Jajaja".

Sinceramente tuyo, Juanito.

8 de septiembre de 2016

Los pretendientes


Los pretendientes. Ya no les llamaré creyentes sino pretendientes: Pretenden saber lo que no saben. Pretenden ser buenos aunque jamás hagan el bien. Pretenden tener un amor y desbordan odio. Pretenden callar a los demás mientras ellos no se callan. Pretenden imponer su moral y no son un ejemplo a seguir. Pretenden ayudar con oraciones en vez de hacer algo. Pretenden confiar en Dios y sólo quieren un amuleto. Pretenden anhelar la vida eterna y les aterra la muerte. Pretenden ser hermanos y no se toleran unos a otros. Pretenden desear la paz y hacen la guerra. Pretenden hacer la voluntad divina cuando hacen la suya. Pretenden ser humildes y presumen su humildad. Pretenden ser víctimas cuando son inquisidores. Pretenden tolerar a la vez que juzgan a los demás. Pretenden defender valores y no defienden sino tradiciones. Pretenden y no son, porque fingir es el camino fácil, como todo camino de bajada.

21 de agosto de 2016

Dos madres

Dos madres.

Juan tiene dos mamás y ningún papá, al menos no uno que estuviera ahí para él. No es distinto al resto de los niños de su escuela y si acaso hay algo diferente a su alrededor es que en los festivales del día del padre está ahí una mujer y no un hombre. 

Juan no eligió su familia pero está seguro que es la mejor que jamás habría podido tener porque vive rodeado del amor de dos mujeres maravillosas. Lucy es su madre biológica y Ángeles su abuela. 

Juan es uno de los muchos niños que son criados por dos mujeres. Sin embargo, hay quien cree que su mente se vería afectada si sus dos madres no fueran madre e hija sino una amorosa pareja, tal vez porque su mente no es capaz de entender la magnitud del amor y tal vez porque ve el sexo entre dos seres que se aman como algo sucio. Estos pobres, son los verdaderos pervertidos.

Enoch

3 de marzo de 2016

Don Quejote de la Mancha

Don Quejote de la Mancha.

Hoy lo vi. No me lo contaron. Entré a la farmacia y ahí estaba ese hombre parado sobre un pedestal invisible dictando cátedra sobre sus vastos conocimientos y de los porqués de las cosas. 

El agorero acusaba, al parecer, a un gobierno mundial invisible, de reducir la población mundial provocando diabetes infantil y no sé cuántas cosas más. 

Pavoneábase cual animal seduciendo hembras de su especie y tenía en su rostro la sobriedad y deleite perverso  de aquél que predica el fin del mundo como si fuera lo mejor que nos podría ocurrir. 

Tal vez tenía rato asustando a las pobres empleadas que abrían sus ojos como plato pero mi llegada apresuró su despedida. Así que terminó su prédica vaticinando la próxima guerra mundial. ¿Tendrá algún doctorado en prospectiva?, le di el beneficio de la duda; pero cuando concluyó con “si no creen… busquen en Youtube.” supe que su “título” lo había obtenido de la Universidad Autónoma de Internet. Ni hablar, otro “Quejote de la Mancha” más que perdió su cordura no a fuerza de leer libros de caballería sino de teorías y videos conspiranoicos, un indignado hijo de Eva como cualquier otro de los muchos que abundan en el ciberespacio.

Lo terrible fue ver salir del mundo virtual al real a semejante personaje. No es lo mismo leer comentarios estúpidos de gente anónima que conoce los “secretos mejor guardados de la humanidad” (vaya secretos que están por todos lados) que tenerlo enfrente. No supe si enojarme o reír. En las redes basta con deslizar la pantalla al siguiente comentario para desembarazarse de él pero en la vida real lo tenía frente a mí, al alcance de mi puño… o del suyo si acaso no pudiera contener la risa.

¿Se imaginan a un tipo cantando a viva voz totalmente desentonado y descuadrado? Así como con aquellos sufren los oídos, igual mi cerebro sufre con las estupideces. Busqué en mi archivo mental de casos similares donde haya salido intacto ante semejantes ataques contra la razón y la lógica y... ¡Eureka! Nada difícil. No era distinto a los testigos de Jehová, mormones o demás “misioneros” religiosos que han tocado a mi puerta o predicadores que vociferan en las calles. Ellos, pienso, tienen todo el deseo y la buena intención de dar a conocer al mundo “su verdad”, igual que en un tiempo yo hice lo mismo con mi ateísmo. Así que en ese aspecto, al menos, era tan culpable como ellos. Punto para la tolerancia. Sólo reí para mis adentros sabiendo que no sería el primero ni el último que encontraría suelto. Ni hablar, a la fauna urbana de predicadores religiosos se suman ahora los predicadores de conspiraciones.

Tal vez así de ridículo me veía yo cuando quería restregar mis conocimientos a todo el mundo. No importa que los míos hubieran sido adquiridos con sudor y nalgas en la escuela, también podían estar equivocados. No se trata del contenido sino de la forma en que quería destacar por encima del resto de la humanidad. No importa si predicamos contra las trasnacionales o a favor de ellas, da igual si es contra los sionistas o contra los palestinos, si se trata de revindicar a Tesla o atacar a Juárez, a final de cuentas sólo repetimos aquello que creemos que es verdad y muchas veces sin saber nada del asunto, tan sólo porque lo leímos o vimos por ahí. Sí, sí. Lo sé. Hay fuentes confiables y otras nada confiables, entiendo perfectamente la diferencia y sé que muchos que se sintieron incómodos con mis palabras tratarán de justificarse de esa manera. Pero, repito, no se trata de la verdad del mensaje sino de cómo alimentamos nuestro ego haciendo lo que tenemos a nuestro alcance, así sea dar un clic a un “me gusta” o a un “compartir” y, en ese aspecto, hacemos lo mismo.

Por eso, si hablo o escribo, es sólo por el gusto de compartir. Puedo estar completamente equivocado en mis opiniones y puedo parecer igual de estúpido para los demás como éste tipo me pareció a mí. ¿No es curioso? Al que inicialmente tildé de estúpido terminó enseñándome algo, aunque fuera involuntariamente.