24 de marzo de 2012

Al despertar

Al despertar 

Me gusta despertarte cada mañana acariciando tu rostro y ver cómo cierras los ojos, mimosa,  mientras bajo suavemente por tus mejillas. Mueves la cabeza de un lado a otro para dejarme alcanzar cada rincón de tu cuello. Me deslizo rápidamente por tu espalda y arqueas tu cuerpo para dejarla expuesta. Con una mano me tomas suavemente para guiarme a través de tus hombros hasta llegar a la otra. Repetimos, juntos, el mismo recorrido por el otro brazo. Jugueteo un poco en tus axilas y llego a tu pecho. Cierras un poco tus hombros, breve gesto de pudor inútil, ya es demasiado tarde. Me dirijo hacia tu vientre y estás húmeda. Juego haciendo círculos alrededor de tu ombligo. Acaricio tus muslos y disfrutas enormemente la sensación. Levantas una pierna sin darte cuenta. No hay rincón de tu cuerpo que no haya recorrido cuando dejas correr el agua y me depositas en la jabonera.

Enoch Zote