5 de febrero de 2010

Desde que te conocí, soy un creyente

Desde que te conocí, soy un creyente

Desde que te conocí, soy un creyente.
No creía en los ángeles, hasta que me enamoré.
No creía en el infierno, hasta que me casé.
No creía en satanás, hasta que tuve suegra.
No creía en los mártires, hasta que me convertí en uno.
No creía en la confesión, pero diario me confesaban.
No creía en la penitencia, pero fui un pen...itente.
No creía en el arrepentimiento y me arrepentí todos los días.
No creía en la comunión, pero me llenaron de hostias.
No creía en los milagros, hasta que enviudé.
Ahora voy a misa todos los Domingos para ir al cielo y no encontrarla de vuelta.

Otros chistecillos oídos por ahí.
Mi mujer era un torbellino, cuando "llegaba" era con mucho escándalo y cuando se fue, se llevó todo.

¿Cómo me va en mi matrimonio? No me puedo quejar. Si me quejo, me pega mi mujer.

En mi casa, yo siempre digo la última palabra: "Lo que tú digas, querida".

La joven mujer se casó con un viejecito. Le preguntan las curiosas amigas:
- Y en el sexo, ¿qué tal?
- ¡Excelente!
- ¿Y cómo le hacen?
- Tenemos un tratamiento.
- ¿En qué consiste?
- El "trata" y yo "miento".

- Oiga abuelo, cómo se va a casar usted de 80 con esa muchachita de 20. ¿Cómo la convenció?
- ¡Le dije que tengo 90!
- Pero, ¿y si se muere?
- ¡Ah! Pues me vuelvo a casar

- Pero cómo te atreves a llegar borracho ahora que cumplimos 75 años de casados, si tú nunca antes tomaste ni una copa?
- Es que tú me dijiste, viejita... que me querías bien embriagado para esta noche.
- ¡No, viejo! ¡Te dije enviagrado!

- ¡Ay viejito! Hace 75 años que estamos casados y hoy, cenando a la luz de la luna, vuelvo a sentir ese calorcito en el pecho, igual que nuestra primer cena de casados.
- ¡cual calorcito, querida! Saca el pecho de la sopa.

Y de pilón... una adivinanza. ¿Qué se ponen las mujeres en las orejas para verse más sexys?
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piénsenle un poquito más
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No. No son los aretes
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Son ¡las rodillas!

Si no entendieron, ni me pregunten (jeje).

Enoch