Nueva era, misma superstición.
Odio
la palabrería barata, cursi, pseudo-científica que hace afirmaciones y promesas
absurdas (entre más absurdas mejor) elaborada por un círculo auto-sustentado de
vivales que se citan y confirman unos a otros, atacando a la verdadera ciencia
(que los contradice y puede desenmascararlos) como cerrada y oficialista.
Ciencia de la cual han tomado su jerga para emplearla en absurdos significados
nuevos. Igual que las religiones, inculcan el desprecio por el cuestionamiento
y el uso de la razón para reemplazar el verdadero conocimiento por sus
productos de consumo baratos, mucho más fáciles de digerir y accesibles a las
mentes mediocres. Yo los he visto, he visto esa sonrisa llena de orgullo cuando
dictan cátedra de pseudo-ciencia, cuando aseguran conocer el origen
y el remedio infalible contra las enfermedades o del envejecimiento, cuando se muestran poseedores de conocimientos ultra-secretos, cuando se extasían de sus
rituales para sentirse conectados con el
Universo o la divinidad, meras emociones a las cuales les confieren un
significado, causa y origen arbitrario con la cual justifican la importancia de
su experiencia... para luego regresar a su vida de siempre, con las mismas enfermedades y problemas de pareja o personales de todos, sin ninguna célula de su cuerpo rejuvenecida, sin la fortuna, el amor buscado o sea lo que sea lo esperado, o al menos no mágicamente ni producto de ninguna conspiración planetaria en su favor o en contra. Pronto, la magia del momento habrá quedado atrás, la exaltación diluida, el objetivo material incumplido y regresa el agobio de lo cotidiano. Es hora de arremeter de vuelta al mismo ritual, tal vez uno parecido, tal vez uno distinto tomado de otra corriente similar, con la renovada ilusión de encontrar un sentido trascendente a su vida. Qué importa si todas las aseveraciones y predicciones resultaron falsas, usarán de mampara alguna explicación tan ridícula como la profecía fallida misma para darle vuelta al ridículo y la mentira recién descubierta. Hacer no es ser, creer no es sabiduría e inventarse una vida no es vivir.