8 de diciembre de 2009

Colegio MacGregor generación 67-76

Colegio MacGregor generación 67-76
Esta es una reseña del camino que recorrí para formar el grupo, desde el punto de vista de mi corazón (o como dije en anteriormente, "cómo empezó este desmadre"). Lo escribí como pude, durante la madrugada del Domingo... ya que la emoción no me permitía dormir. Inicia desde el principio y termina en el final; pero por supuesto, al centro está lo de enmedio. Perdón si está algo largo... pero es difícil poner en palabra los sentimientos. Espero haberme podido expresar bien:

“A ti, ¡Oh templo de la infancia! A ti, de mi niñez blasón” ¡Ah que la fregada! Ya habían pasado más de 25 años de haber salido de la secundaria y me di cuenta que jamás podría agradecerle suficiente a mis maestr@s y directores haberme dado no sólo educación, que para eso estaban ahí, sino también su cariño. Al convertirme en padre, entendí lo que es la responsabilidad de educar, no con palabras, sino con el ejemplo ya que los hijos poco o nada harán caso de lo que les digamos; pero aprenderán a la perfección lo que en realidad hacemos (tal vez por eso nos cuesta luego aceptar algunas cositas que no aceptamos en nosotros y, al verlas en ellos -fiel espejito - ya no nos gustan (aunque muchos todavía se preguntarán: “¿de dónde habrán aprendido eso? y no faltará quien se conteste… seguro de l@s amigot@s” o de su padre o madre, según sea el caso).

¿Alguna vez sus hijos no quieren hacer algo, no lo quieren intentar o de plano no les interesa… y ustedes saben que son perfectamente capaces de lograrlo? ¿Han sentido esa frustración? Multiplíquémosla por 30 (el número de alumnos)… y empezaremos a entender a nuestr@s maestr@s. Ahora multipliquen ese resultado por 15 (por el número de grupos) y entenderemos al Director. Quien a mi edad siga creyendo que los regaños de l@s maestr@s, el prefecto o el Director llegaban de la nada y sólo porque era su “papel”… o no es padre/madre, o no es maestr@ o no ha entendido un carajo de la vida.

Con esa nueva perspectiva, vine a Acapulco a agradecer al Lic. Morales, a sabiendas que ya no encontraría a ningun@ de l@s maestr@s. Llegué a las puertas del Colegio y me recibió una sonrisa de una alumna de secundaria. Esta jovencita bien pudo ser la hija de cualquiera de ustedes. Para ella no era más que un extraño parado frente a la puerta del Colegio. No sé qué hubo en esa sonrisa que me hizo sentir nuevamente en casa. Entendí que me unían lazos invisibles con todos y cada uno de los macgregorianos, de mi generación o no.

¡Yo que me creía inolvidable! ¡Yo que me sentía una de las glorias del MacGregor por mi 900/900! Sencillamente, el Lic. Morales no se acordaba de mí. Fue la última gran lección de vida que recibí de un gran hombre, aunque ahora involuntaria, por su avanzada edad. A final de cuentas, la gente me olvidará y la vida seguirá. Sólo tenemos esta vida para vivir. Si existe o no otra vida, no lo sabemos. Podemos creer en ella; podemos creer que lo que sentimos es verdadero; pero si no confundimos nuestras creencias con la realidad, la verdad es que no sabemos. Así que, entre más pronto entendamos esto, más oportunidad tenemos de hacer algo con el poco tiempo que tenemos, ¿se han puesto a pensar? Son sólo un puñado de años. Probablemente nosotros podríamos vivir cerca de 100 años, porque seguramente en los próximos 30 años habrá muchos más avances en la medicina. Pero, aún así, ¿se dan cuenta? 100 navidades, 100 años nuevos y 100 cumpleaños son, ¡ muy pocas oportunidades de hacer un día de fiesta! Así que está en nuestras manos multiplicar 100 x 365 y obtenemos 36,500 días felices… pero si multiplicamos por 24 y luego x 60, entonces tenemos 52,560,000 minutos para ser felices… ¡un montón! Aún así, no quiero desperdiciar ninguno de los que me falten por vivir.

Muchos de mis maestros ya se han ido. Otra parte de mi infancia estaba sólo en mis recuerdos y en mi corazón. Pensé, ¿cómo quiero que me recuerde la gente que yo quiero? ¿Cómo quiero que me recuerden mis compañeros? Ciertamente no como el niño de dieces… Yo mismo creo que los trofeos y diplomas son sólo para guardarse en una vitrina… y nada más. Lo que en verdad vale en la vida es lo que podamos hacer por los demás y el amor que damos y recibimos. Así que llegué a la conclusión de que, si lo que yo sé y puedo hacer, no sirve para hacer algo por la gente que yo quiero… entonces en realidad no sirve de mucho. Saben que no soy creyente; pero sepan que sí creo que el mandamiento cristiano de “ama a tu prójimo como a ti mismo” es válido y verdadero. No necesito tener “temor” ni espero recompensas ulteriores para aceptarlo… sólo que ahora quise –realmente– vivirlo. Así que, ¿cómo puedo hacerles saber a todos ustedes que en realidad están en mi corazón y que siguen en mis pensamientos? Creo que la mejor forma fue demostrarlo con hechos. Así que puse manos a la obra.

No me voy a adornar diciendo que recordaba a todos. No, para nada. Ni que a todos recuerdo por igual, tampoco. Por supuesto que conviví más con unos que con otros y con algunos de plano no conviví casi nada. Ahora quisiera enmendar esa falta. Mis recuerdos inician a partir de 3º de Primaria. Antes de ahí, sólo algunos “flashazos” de datos aislados. Con la ayuda de los demás, he podido poner más piezas a mi rompecabezas mental y, aunque aún no está totalmente armado, puedo decirles que ya puedo apreciarlo en toda su belleza.

No nos confundamos, mi tarea sólo ha sido localizarlos y ahí, incluso, he contado con la ayuda de muchos. No es falsa modestia, porque no ha sido fácil y me ha llevado un buen tiempo, desveladas y bastantes vergüenzas hablar a números telefónicos equivocados. Pero, reunirnos, ha sido una decisión y mérito de cada uno de ustedes. Algunos, entiendo, todavía no se sienten en total confianza en dejar fluir este anhelo. Otros –por compromisos o por la distancia- no pudieron estar hoy aquí. Pregúntense si en su corazón no tenían ustedes también ese deseo de reunirnos, realmente. Para ellos, sólo me les adelanté en la tarea. Digamos que tenía a la mano los medios para hacerlo. Otros tal vez pensaron... "pero sólo estuve muy poco tiempo con ustedes"; sin embargo, los que asistieron en esta ocasión, tuvieron oportunidad de comprobar que seguimos unidos por el nexo incomprensible de la hermandad. Créanme, entre más estén en posibilidades de dar, más insatisfechos se sentirán si no siguen este llamado. Así que se convierte en necesario y urgente compartir. Ustedes ya conocen este sentimiento. lo han experimentado en menor escala cuando reciben un correo con un contenido hermoso, o un chiste en realidad gracioso… y quieren compartirlo. Algo parecido pasó en mí. Dos compañeros ya habían fallecido. Un accidente sin sentido y un puñado de pendejos que cree tener el derecho de tomar tu vida o atormentar a tu familia por dinero me impiden volver a ver a Odón y a Arturo. ¿Qué tanto más necesitaba para decidirme?

Cada quien tiene sus tiempos, su proceso y sus motivaciones. Este era mi momento y estaba más que listo para verles, ¡estaba necesitado de verles! Probablemente para otro no haya llegado ese momento. Por eso soy tan respetuoso de sus decisiones de integrarse o no al grupo. Envío las invitaciones y ustedes deciden. Si alguno de los compañeros encontrados no se integra aún, les pido el mismo respeto por su decisión y démosle tiempo para que llegue ese momento. Les pido su apoyo para continuar en la búsqueda de los compañeros faltantes, en la medida de sus posibilidades. Muchas veces, sólo recordar el 2º apellido basta para facilitar su búsqueda. Sólo espero que -juntos- hagamos posible lo imposible.

GRACIAS a los ya casi 60 ad@s por su cariño y su respuesta a este llamado para pertenecer al grupo. Gracias a todos los que vinieron a esta reunión y a aquellos que quisieron venir, pero no pudieron. Gracias a los que desde la distancia están ya preparándose para venir a la “magna” reunión de Agosto. Quiero dar las Gracias en especial a Carmen por darme la inspiración y el empujoncito que necesitaba para empezar esta tarea. Gracias, a l@s excelentes anfitrion@s de todas las reuniones, desde la primera hasta ésta: Pilo, Gil, Lina, Ruth, Agustín, Érika y Conchita. Gracias a Nancy, Guillermo, Rogerio y Pilo que vinieron desde tan lejos. Gracias a Lorena y Conchita que, pudieron dividir su corazón entre su reciente pérdida y nosotros. Gracias a Pilar por ser la cómplice incansable en estas travesuras. Estoy muy satisfecho; pero no puedo decir que estoy completamente satisfecho mientras uno solo de ustedes, donde quiera que esté, no sepa que su ausencia me duele.

Mucha gente toma las palabras a la ligera. Los que me conocen saben que éste no es mi caso. Así que en realidad, pueden creerme cuando les digo que los quiero mucho. Y estoy muy feliz de habernos reunido como excompañer@s; pero más de habernos despedidos como amig@s.

Nos vemos en las próximas…
Enoch Alvarado

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.