3 de diciembre de 2014

La corrupción es verbo, no sustantivo.

La corrupción es verbo, no sustantivo.

El crimen de corrupción no se paga con cárcel, se paga con corrupción. Al mexicano común no le preocupa tanto la corrupción sino no ser parte de ella. Vociferantes indignados contra la corrupción que, tan pronto son contratados sus servicios o adquiridos sus productos por un corrupto, le hacen reverencias y, de ser posible, se fotografiarán a su lado para preciarse de tener a tan "distinguido" cliente.

En un país donde la movilidad social no proviene del esfuerzo, ni del talento, ni del nivel educativo, ni de la experiencia, la lucha de clases se convierte en la lucha por acceder a niveles más altos de corrupción. El mexicano común quiere y puede pasar de ganar miles a obtener millones, solo basta con conocer al amigo adecuado.

Líderes, amigos de los pobres y de los trabajadores, que se vuelven millonarios. Acaudalados empresarios que, una vez en el poder, hacen negocios personales desde ahí. Los corruptos no quieren juzgar a otro corrupto, quieren parte del botín. Para el corrupto, el ladrón no es quien roba, ése es su igual, ladrón es el que no comparte. Por eso, el secreto de la sustentabilidad de tantos años de corrupción fue dejar escurrir, dejar salir de la llave, gotas para los demás, poco, lo suficiente para que mitigaran su sed. Cuando todos participaban, no quedaba nadie para cerrar la reja. Los corruptos de ayer se quejan de que los corruptos de hoy no siguen esa regla de oro.

El cinismo de los neo-corruptos radica en que aprendieron a comprar a sus potenciales enemigos en el último momento o en hacerlos sus socios desde el principio. La riqueza obtenida al cerrar la llave al pueblo les ha traído la ira popular, pero también les ha permitido una acumulación de riqueza nunca antes vista. Contra ella difícilmente se toparán con gobernante, ejército, legislador, juez, prensa o cura que no se arrodille y, en caso de que se topen con un hombre digno, arrodillarán a su superior.

La corrupción no es una enfermedad que se pueda curar con remedios, es una cultura que se aprende desde casa. Un político hablando de combatirla, tiene tanta credibilidad como Maradona diciendo: "Di no a las drogas".