19 de diciembre de 2008

¿Qué falla en la escuela?

¿Qué falla en la escuela?

La escuela poco tiene que ver con el aprendizaje, mucho menos con una verdadera educación. Actualmente, el método empleado para "enseñar" consiste en presentar cierta cantidad de información a los alumnos para luego realizarles un examen y calificar cuánta de esta información fueron capaces de “retener”. Así, lo que realmente aprenden los alumnos es a dar las respuestas "dictadas" que esperan los profesores (a veces ni siquiera las correctas).

Los profesores imponen sus propias reglas sobre los alumnos. Muchas veces arbitrarias y absurdas. Reglas que ellos mismos rompen en cualquier momento. Este abuso de poder es ejercido con total impunidad. El autoritarismo es ejercido en razón inversa a la calidad humana del profesor. Y esto es también aprendido por nuestros jóvenes: abusa de los demás, y en cuanto más débiles y desprotegidos, mejor.

El contenido que se enseña en las escuelas también es bastante cuestionable. Mucha información, se pretende pasar como “bases” o como cultura general. Cualquier adulto sabe que sólo un mínimo de lo aprendido en la escuela le ha resultado útil en algún momento de su vida. Aún en la educación universitaria, los alumnos se quejan de lo poco concreto de sus estudios y terminan su carrera con gran inseguridad y muchos miedos de enfrentarse al mundo laboral pues “saben que no saben”.

Los medios que utilizan los profesores para enseñar suelen ser limitados a unas cuantas técnicas audiovisuales, en el mejor de los casos; pero la mayoría de las veces la “técnica” se limita a un “dictado”, a escribir en el pizarrón para que los alumnos copien, a dejar que alguno de los alumnos lea el tema del mismo libro de texto, o bien, lo dejan de tarea con el nombre de “investigación” para que los alumnos aprendan por sí mismos. Nuestros alumnos aprenden que la mediocridad en el trabajo es la norma, no la excepción. Aprenden a aparentar que el trabajo se hace.

La escuela y los profesores tratan de ajustar al alumno a sus propias reglas y de que “aprenda” los contenidos. Poco importa su situación, sus deseos, sus intereses, sus habilidades y sus debilidades. Así, el alumno aprende a no considerar a los demás como personas.

La “disciplina” en la escuela es entendida como el conformismo o el silencio a las actitudes y decisiones que tomen los profesores. Cualquier opinión expresada en contrario por los alumnos suele tacharse de rebeldía y es reprimida o coartada de inmediato. Así el alumno aprende a quedarse callado, con su rabia, o a conformarse.

Los laboratorios se realizan para repetir experimentos, jamás para experimentar o, siquiera, entender el planteamiento científico que llevó a ellos. Lo que se califica en ellos no es la curiosidad científica sino la capacidad para seguir instrucciones al pie de la letra. Así, el alumno aprende a matar su iniciativa.

Los exámenes que deberían ser un instrumento para conocer el grado de aprovechamiento de los alumnos suelen ser un arma más de terror. Se emplean los exámenes “sorpresa” cuando los alumnos están más inquietos de lo debido. Los exámenes deberían calificar tanto a alumnos como a profesores. Si un examen no obtiene una distribución normal o una mejor de calificaciones, entonces de inmediato sabemos que el profesor no cumplió su tarea de hacer que el grupo aprendiera. Más bien, el examen es preparado con preguntas retorcidas, ambiguas o desproporcionadamente difíciles en comparación con lo visto en clases. Así, el alumno tiene todas las de perder y el objetivo real de los exámenes es torcido en beneficio del “autoritarismo” del profesor. Así, el alumno aprende a humillar.

Por último, llega la calificación final. Aquí, los profesores “consideran” el esfuerzo del alumno (calificación cualitativa), los exámenes (calificación cuantitativa) y demás puntos extra que suben o bajan a su arbitrio. En realidad, es la etapa de la negociación, donde los más llorones, arrastrados, barberos y “cooperativos” reciben la benevolencia del profesor en forma de “puntos extra”. Así, los alumnos aprenden que obtener la aprobación del profesor es mejor que ser esforzado y estudioso.

Todo lo que realmente aprenden nuestros jóvenes en la escuela es la “currícula oculta” que se reflejará a lo largo de su vida. De adultos, como padres, como trabajadores o como nuevos profesores repetirán esta misma historia de abuso, hipocresía, conformismo, indiferencia y cinismo.

Independientemente del “éxito” o “fracaso” escolar, el alumno aprende que cualquier idea en contrario a la propia o la establecida, por buena que sea, es una “traición” y se privan y privan a todo su alrededor de cualquier mejora... Aprenden a mantener el status quo. Una sociedad que educa así a sus jóvenes no es una sociedad en desarrollo. Las sociedades avanzan porque ha existido gente que no se conforma con el estado de las cosas.

La educación "rasa", que imparte el Estado, pretende enseñar a todos los niños por igual, independientemente de su situación geográfica, cultural e intelectual. Esto, más que obedecer a un espíritu de igualdad parece la "producción en serie" de objetos de consumo. Los niños con más capacidad para su edad se verán retrasados en su aprendizaje mientras que aquellos con menos serán tachados como malos estudiantes.

Los padres se preocupan por darles a sus hijos una buena escuela donde, dicen, habrán de ser educados. Sin embargo, olvidan que la verdadera educación es la del hogar y si los padres rehúyen o ignoran su responsabilidad, están enseñando a sus hijos a rehuir e ignorar las suyas.

Algunos padres buscan una escuela que “discipline” a sus hijos, olvidando que si un niño tiene problemas de disciplina, generalmente provienen de casa. Así, dejan que sea la escuela la que imponga el “castigo” que no se atreven a imponer.

Muchos padres no “llevan” a sus hijos a la escuela, los “abandonan” ahí. Esto es más evidente durante los días de asueto y vacaciones cuando no encuentran qué hacer con los hijos. Si el padre no se interesa en la educación de sus propios hijos, los profesores no lo harán mejor... ni siquiera por la paga.

Por otro lado, están los padres que “exigen” a sus hijos o a la escuela las mejores calificaciones, como si en ésto les fuera la vida. Cuando las calificaciones no son las esperadas, algunos padres se vuelven en contra del hijo y aumentan la “presión”, mientras que otros se vuelven en contra de la escuela. Así los hijos aprenden a exigir y culpar a los demás de sus propias expectativas y frustraciones.

Los padres podrán decir en su descargo que nadie les enseñó a ser padres, lo cual es correcto, y que por eso tienen que confiar en las escuelas para educar a sus hijos (cuya razón de ser es precisamente eso). Sin embargo, el que no exista una educación formal para ser padres no disminuye la responsabilidad de serlo y, por otro lado, repito, la escuela poco tiene que ver con el aprendizaje y la educación.

Entonces, qué hace la escuela con nuestros hijos? Bueno, además de la “currícula oculta” mencionada, la escuela adiestra a los alumnos. El adiestramiento es la capacitación para realizar una tarea específica. Así, la escuela nos adiestra para realizar ciertas tareas: “memorizar”, “leer”, “escribir”, realizar operaciones matemáticas, etc. Terminados los grados, los alumnos deberían ser capaces de realizar estas y otras tareas.

La escuela también instruye a nuestros hijos, entendiendo como instrucción la enseñanza de las reglas que rigen las diversas situaciones. Los alumnos son instruidos, por ejemplo, en Civismo, higiene y deportes.

El aprendizaje debería consistir en adquirir nuevas formas para hacer las cosas o para la consecución de metas, no el mero hecho de recopilar información. El aprendizaje no debiera medirse por la cantidad de conocimientos almacenados en la mente del alumno, sino en la capacidad con que el alumno pueda realizar eficaz y eficientemente cualquier cosa que requiera en su vida. Si no se consigue este objetivo, no tendrá valor alguno desde el punto de vista práctico y, por ende, no motivará en forma alguna al estudiante a aprender.”

Si aprendemos a utilizar nuestras capacidades y resolver nuestras deficiencias, entonces nos será fácil lograr las metas que nos pongamos. ¿Nuestras escuelas están logrando esto? Aún antes, ¿Es éste el objetivo de nuestras escuelas?

Enoch Alvarado

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